Serie: TV pop-op

Los archivos del video: necesidad patrimonial

edificioaltoCuando pienso en el incendio de la biblioteca de Alejandría, la destrucción del archivo Inca por los españoles o en el siniestro de la Cineteca Nacional de la Ciudad de México en l982 se me enchina el cuero. No sólo de imaginar el terrible calor de las llamas y el infierno del fuego, sino por la pérdida cultural que eso implica, el derroche de imaginación hecho humo y el valor histórico de una nación convertido en cenizas… Además de las muchos años o décadas de construcción y el trabajo de cientos de hombres que eso implica, generaciones quizá… He despertado bañado en sudor al ver los anaqueles metálicos ennegrecidos como únicos sobrevivientes de la tragedia, las volutas de materia carbonizada volando a mi derredor como moscas disecadas y el hedor a muerte calcinada de materia inerte sofocándome. Lo he soñado muchas veces, como en una pesadilla que se repite vez tras vez… y como en todo estado onírico los lugares se alternan, los tiempos también y las circunstancias se traslapan. Entonces ya no es la Cineteca Nacional de Calzada Churubusco, sino mi casa en Boston, mi basement en Nueva York, mi ratonera en Washington, la casa de mi madre en Santa Ana California, la de mi padre en la ciudad de México, la de mi hermana en Toluca; todos los lugares en los que he vivido durante mis últimos veinte años pasados por las llamas malditas al las que condenó Jesús de Narzaret al diablo. Entonces lo que arde al rojo vivo son mis archivos personales, mis cajas con videos, mi colección, mi computadora y mis discos duros haciéndose nada, transformado todo en un abrir y cerrar de ojos, en una inmensa pira de materia al rojo vivo primero y después en un lamoscavuela1maldito coágulo negro y amorfo del que se desprenden, elevándose al cielo, mariposas crepitantes de imágenes video lanzando aullidos de dolor… Mi dolor, mi trabajo, mi esfuerzo, todo lo que alguna vez pensé valdría la pena y lo que soy; al diablo. Convertido en un pobre diablo al final de la tragedia. En lugar de video casetes, fotos, guiones y discos, nada más que costras derretidas, caparazones prietos trasformados por la destrucción, plasma coagulada, materia disecada lanzando humo, ceniza expuesta… basura pues.
Dicen que lo que se sueña pasa. Que el sueño es un aviso del inconsciente. Que la pesadilla es la forma delirante de la realidad. Un avance a gotas de lo que te espera. La primera vez que el sueño infernal casi se concreta, me sucedió en l999. Serían las tres de la mañana, no recuerdo si soñaba, ni en qué; el caso es que las alarmas detectoras de humo, agudísimas por cierto, nos lanzaron fuera de las cobijas primero y del edifico después, con nada más que unas viejas pantuflas, un pijama y un abrigo puesto encima; los vecinos vestían igual. Mi mujer me tomaba del brazo y con el otro apretaba a nuestro gato, que al igual que todos estaba completamente pasmado, hasta que llegaron los bomberos en tres carros en medio de una alharaca de sirenas que despertó a todo el vecindario. Las personas de las casas contiguas nos veían a través de sus ventanas con más que conmiseración, con tristeza o lástima, difícil saberlo.
Entramos los tres al automóvil, el gato comenzó a lanzar alaridos y se escondió bajo el asiento, yo quería hacer lo mismo y me llené de desesperación al recordar que adentro, en el tercer piso de aquel edificio del que salía humo; se encontraban no sólo todas nuestras pertenencias y enseres que con ahorros habíamos comprado, sino anatomactitud1mis originales; hablo de los malditos videos que me habían arrancado horas de sueño, trabajo, causádome broncas familiares, llevándome a la persecución, a la maldita locura, a la exclusión y la bancarrota; aunque también a la satisfacción para que negarlo, el reconocimiento, a los quince minutos de fama a que todo artista aspira.
Bajé del coche y como un poseso quise romper el cordón policial; debía entrar a aquel edificio a rescatar por lo menos algo.
-¡Hey, a donde va…!- Me contuvo uno de los guardias que siempre vienen con los bomberos.
-¡Debo subir a mi departamento, me urge!
-¡No puede, está prohibido!
-¡Debo subir a como de lugar, es cosa de vida o muerte!- grité.
-¡No me importa, no puede!- ladró.
-¡Debo hacerlo joder, entienda, mis obras están arriba!
-¡Sobre mi cadáver cabrón, no pasa, es mi obligación y sólo cumplo con mi trabajo!
-¡Sobre su cadáver policía de mierda! ¡Mi obra imbécil, todo lo que en este maldito mundo soy!
A este punto me apretó del brazo y me hizo la llave china.
-¡Lo voy a arrestar si sigue con sus necedadades payaso, no sabe el peligro que representa y el riesgo en que se pone y nos pone a todos! ¿Acaso quiere que pierda mi trabajo?
Mi mujer alarmada vino con lágrimas en los ojos y habló con los dos.
-Alberto tranquilízate, el señor esta haciendo su labor… Oficial tranquilo, todo esta bien, entendemos la situación. Por favor… – la miré, lloraba– por favor…- volvió a suplicar.
Los vecinos me veían como si hubiera yo perdido la razón y comentaban en voz baja.
-OK, OK… esta bien, esta bien- dije sin más, resignado.
Como un muñeco me dejé arrastrar nuevamente hacia el carro y sumiso tomé asiento en el lugar del copiloto. Para que negarlo, quería llorar, aunque también me sentía molesto por no haber previsto que algo como aquello podría suceder… y más en un país donde las casas son de madera y altamente inflamables.
-¡Que idiota!… ¡Pero que imbécil joder!- me dije una y otra vez, y comencé a golpearme la cabeza contra el cristal cerrado.
No sé cuanto tiempo pasó. Me hice de piedra pensando en el tiempo y todos los años perdidos detrás de las cámaras; en todos los días que me había desmañanado editando, produciendo, diseñando, invirtiendo no sólo dinero de mi bolsillo y explotando mi creatividad al máximo, sino también quedando mal con mi salud, con mi mujer que se quejaba de que no le dedicaba suficiente tiempo y con mi familia, que me veía como a un perdedor; además de todas las otras personas que me había dicho mil veces que no había futuro en el video experimental; que caso tenía hacerlo, coleccionarlo, estudiarlo…
-Tanto para nada…- me reproché. -Tanto esfuerzo y tanta vida, para que de pronto el cigarrillo mal apagado de un imbécil viniera acabarlo todo…- Sentí ganas de matar al vecino del primer piso; al gringo imbécil que dos vehículos enfrente seguía fumando con su cara de borrego. Lo mataría, eso que ni qué, si mis cassettes  cogían fuego… lo juré. Me encontraba molestísimo, me llevaba el demonio, y éste se reía de mí desde sus malditos cuernos peludos con una gran sonrisa. Mi mujer respetó mi silencio y ni el gato se atrevió a romperlo, un silencio sepulcral.

Cuando accandelabro2Asmabó todo y los bomberos volvieron a enrollar sus mangueras, casi amanecía. Fui el primero en entrar al edificio ante la mirada de reproche del gordo policía que bebía café y se preparaba para largarse en su patrulla. Entramos a nuestra casa; yo agitadísimo, aunque para mi buena fortuna el fuego no había alcanzado los closets de los cuartos atrás, ni nuestra recámara, sólo una parte de la sala y el porche que era un amasijo de leña. Suspiré, mi alma volvió a descansar y volví a sentirme un tipo con suerte, les juro que casi vuelvo a creer en dios y hasta veladoras quería comprarle; no recuerdo si brinqué y canté de gusto. Por un pelito se habían salvado, como dice el dicho; por casi nada… así fue aquella noche de terror, y aunque la pesadilla volvió a aparecer, algo aprendí, bueno, aprendimos todos para ser sinceros… Mi mujer tiene desde esa vez, una maleta a la mano con nuestras actas de nacimiento, pasaportes y otros documentos importantes, yo una caja metálica con mis masters y el gato su jaula a la entrada de la casa por si algo pasa, básicamente por aquello del fuego…
Aunque nada te salva del todo, vivir es un riesgo y ni cien vírgenes ni varios santos te protegen de la mala suerte o los malditos ladrones –que también se encomiendan y tienen su propio santo-. Esto fue un par de años más tarde ya en otra ciudad y otra casa. Los amigos de lo ajeno aprovecharon que estábamos de vacaciones de fin de semana para hacer de las suyas. Arrasaron con los electrónicos, los CDs de música, los cuadros y por supuesto se embolsaron la computadora con la que me encontraba produciendo por aquella época -incluidos los dos videos que tenía adentro a punto de terminar-, aunque no con mis masters por pura casualidad otra vez. Encontramos el departamento regado y en desorden, no sólo los cajones de nuestra ropa, las repisas de libros, la alacena y los closets, sino los archivo con nuestros documentos y mis cajas de tapes, mismos que no les parecieron importantes o algo; el caso es que mis videos estaban por todo el piso, algunos hasta aplastados y fuera de sus cajas, pero el grueso volvió a salvarse.

shivavideo
video goddess

Fuego, robos, inundaciones, extremo calor, extremo frío, humedad, depresión, mala leche y hasta olvido… de todo les ha pasado y ahí siguen. Anécdotas podría seguirles contando toda, malas bromas del destino o simplemente las cosas de la vida que a veces suceden. Suerte, necedad, aferramiento a la vida, buena vibra, azar o las estrellas en buena posición, que sé yo… El caso es que el setenta por ciento de mis materiales video han sobrevivido y están en su caja de metal haciendo bulto, aunque maltratándose dado que no están en el ambiente adecuado. Un bulto pesado por cierto. No están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo, pero a veces me siento como un Sísifo encadenado a su roca, un avaro obsesionado con su tesoro, un fanático que no puede alejarse demasiado de su objeto de culto, o peor aún, un naufrago varado en medio del mar lanzando botellas con mensajes de auxilio, que sé yo. La verdad y a lo que voy, es que toda obra de arte es una carga para quien la hace y una preocupación constante –antes y después-, un equipaje pesado y una gran responsabilidad…
Acaso es que; ¿debería nada más dejarlos perder? Lo he pensado muchas veces. ¿Destruirlos egoístamente como lo hubiera hecho Kafka sin su amigo Max Brod? También lo he pensado claro, en términos de performance. ¿Hacerlos perdedizos en alguna ciudad norteamericana? He estado a punto no se crean. ¿Olvidarlos en el sótano polvoso de casa de mi madre? Ella se niega a ser mi cómplice. ¿Prenderles fuego yo mismo cual Nerón? Por que no. ¿Venderlos a una empresa que lo mutile y haga comerciales a cambio de unos billetes? Quizás…
Mi familia a este punto se opone a todo ello, mis amigos artistas también y mi mujer ni se diga… Preguntan: ¿Destruirías tu las pinturas de Frida Khalo, los murales de Siqueiros, las fotos de Álvarez Bravo, los filmes del Indio Fernández, las esculturas de Sebastián, los dibujos de Cuevas, o los diseño de Matías Goeritz, sólo por hablar de los clásicos? Mi respuesta es por supuesto no, claro que no, nunca, jamás, en primer lugar porque no me pertenecen, en segundo lugar porque sería algo así como un parricidio, un crimen cultural o algo por el estilo… ¿Entonces porqué quieres hacer algo como eso? Vuelvo a la carga y argumento: la diferencia es que estos tapes son míos y me pertenecen más que ninguna otra cosa en el mundo, además soy yo quien cargo con ellos y a nadie le importan… Cierto, responden, tu cargas con ellos eso es un hecho… pero son tuyos sólo en parte, dado que son patrimonio cultural de los mexicanos y herencia de la nación, no sólo porque es el país en el que naciste, sino porque a él perteneces sentimentalmente, y como todas las obras de arte, tus videos y los de los otros videastas mexicanos reflejan una parte profunda de lo que somos. Nos representan y definen, no solo en términos visuales y culturales, sino en términos de memoria, experiencia, psique, mil cosas. Cosas como esas no pueden desaparecer, hacerse humo o tirarse a la basura; son parte de una hecardVidriosrencia, un legado, una historia. Cierto. ¿Pero entonces?
Entonces hay que exigir a las autoridades culturales del país que creen un archivo exclusivo para esta forma artística olvidada hasta la fecha, a pesar de que ya casi cumple cuarenta años de vida en México. Propongamos, promulguemos, negociemos por un archivero, bodega, centro; como quieran que se llame: un lugar exclusivo para el video mexicano, desde sus orígenes hasta hoy en día.
Esto es, lo que se requiere y quiere es un lugar físico en donde se preserven los tapes de los artistas mexicanos y sus archivos. El espacio idóneo no solo para la promoción, catalogación y resguardo de estos materiales en condiciones óptimas, sino para su preservación, estudio, exhibición y catalogación. Un centro audiovisual que eleve el rango del video mexicano a arte de primerísima calidad y patrimonio cultural al acceso de todos los interesados. Un archivo central videográfico a nivel nacional, eso es lo que se necesita. Una entidad mayor que se haga responsable de proteger y resguardar los treinta años de video mexicano tan conocido en el extranjero, pero tan vapuleado y minusvalorizado en México. No solo por las autoridades culturales, sino por los hacedores de cine que lo desprecian y lo ven como a su hijito bastardo y labioleperino, aunque no lo es.

-II-

¿Acaso el Videoarte y el video experimental tienen menos valor cultural que una pintura, una foto, un filme…? Hablamos de piezas de arte que ha sido parte de muestras internacionales en museos y galerías en diferentes partes del orbe; obras ganadoras de premios y reconocimientos en festivales y concursos; creaciones bellísimas con cualidades propias; piezas sublimes del intelecto. Algo que debe cuidarse. Si, hablamos de arte en movimiento, de experimentación auditiva y sonora, de poesía visual, de experiencia estética, de anti-televisión…
A este punto resulta ocioso preguntarse cuál es la función de un museo o de un archivo, sabemos de sobra que sirve no solo para resguardar obras de arte, sino para preservarlas, estudiarlas, catalogarlas, fotografiarlas y cuidarlas, pero también son el lugar a donde asistimos si queremos ver obras artísticas producto de la imaginación y la creatividad.

¿Acaso el videoOJOHolaCultura experimental no es producto de la imaginación y la creatividad? Por supuesto que lo es, al punto que estas piezas en tapes se coleccionan y se resguardan en lugares institucionales dedicados y creados solo para su preservación en lugares como NY, Paris, Montreal, Londres, Berlín, Sau Paulo, por mencionar, dado que son considerados tan patrimonio cultural como cualquier otra obra de arte, dígase libro, pintura, escultura, mural, filme.
A lo que voy, y con lo cual quisiera cerrar esta ponencia, es que los archivos del video mexicano son una necesidad urgente hoy en día. No sólo porque es un vacío cultural que debe ser llenado en términos de promoción y rescate, sino porque además muchas de las obras de los primeros videastas están a punto de fenecer o han fenecido ya gracias al tiempo, y muchas otras se encuentran en peligro por diferentes razones. Allende de que no existe una contabilidad de ese material, una colección pública de acceso a los interesados, un catálogo, libros historiográfico y mucho menos un estudio estético del mismo. Lo que quiero decir, es que la creación de un archivo del video mexicano (o latinoamericano)  es un deber de los hacedores y promotores de la cultura, de los historiadores de arte y de los estudiosos, maestros y especialistas en materia audiovisual. Dado que a pesar de que existen en el país aproximadamcharrosdelvideoente unos diez festivales de video hoy en día, no existe aún el lugar físico donde uno pueda mirar y deleitarse con estas obras inéditas o casi inéditas. Un espacio dedicado exclusivamente a esta forma de arte, su promoción y a su análisis. Dado que a pesar de que los estudiantes en las universidades quieren escribir tesis en torno al video mexicano, los periodistas culturales notas y los maestros enseñarlo en sus aulas; la información es casi nula o nula por completo, ni que decir de la falta de una crítica especializada, amén de catálogos, colecciones, ensayos, memorias, libros… o solo material físico y virtual que de fé de este patrimonio que se encuentra en el olvido, el desprecio y en pos de hacerse humo, cenizas pues. FIN

Alberto Roblest

Ponencia leída en Mexicali el día 8 de Noviembre de 2006, en elmarco del festival VIDEOFEST 2K6 (Bienal Internacional de Video y Cine Contemporáneo. 6-17 de Noviembre, Baja California México. Mexicali, Tijuana,Ensenada)